Todos usaron el deporte como herramienta de desarrollo de habilidades blandas en la primera fase del modelo, con duración de 2 meses o 160 horas.
De lunes a viernes, durante 4 horas diarias, los y las jóvenes acudieron puntualmente a su centro, para vivir y reflexionar distintas dinámicas deportivas mediante las cuales generaron un lenguaje común; crearon y se ajustaron a reglas; asumieron orden y disciplina; admitieron la responsabilidad que conlleva definir y lograr metas comunes; aprendieron a respetar las diferencias, a trabajar en equipo, a comunicarse asertivamente, a cuidar a sus compañeros; crearon lazos de confianza, sentido de pertenencia e identidad; encontraron personas que creyeron en ellos, sin importar su situación, su pasado o su presente; aprendieron a hacer su curriculum vitae, a prepararse para una entrevista de trabajo, a buscar empleo; se dieron cuenta que podían usar su tiempo para ser voluntarios de otras causas sociales a través del servicio comunitario; accedieron a servicios especializados de otras organizaciones en temas de apoyo psicológico, adicciones, violencias, cultura de paz, consultoría jurídica y salud, entre otros; algunos se prepararon para ser pequeños empresarios en el módulo de emprendimiento. Todos recibieron orientación vocacional.
A pocas semanas de concluir la fase uno, los y las jóvenes visitaron las instituciones educativas que, luego, en la fase dos, los formaron durante 6 meses o 400 horas en especialidades técnicas diseñadas en respuesta a los perfiles solicitados por el mercado laboral.
En las visitas escolares conocieron las instalaciones, los talleres y laboratorios, los maestros y personal administrativo; entendieron el campo de acción laboral de cada especialidad técnica, el rango de sueldos y las posibilidades de crecimiento.
Concluida la fase uno y habiendo seleccionado la especialidad técnica, los y las participantes de la generación 11 acudieron diariamente durante 4 horas al Centro de Entrenamiento en Alta Tecnología o al Instituto Superior de Alta Cocina, donde aprendieron en la práctica sobre electromecánica, máquinas herramienta, moldeo de plástico por inyección, administración y ventas, inspección de calidad y junior chef.
Al concluir sus especialidades, las escuelas generaron las constancias oficiales de terminación de estudios técnicos.
Cada 15 días, durante los sábados, acudieron a seguimiento con su facilitador en su centro para seguimiento, apoyo, reforzamiento de habilidades y regularización escolar. Continuaron realizando servicio comunitario: el programa les solicita donar 40 horas a la comunidad, algunos aportaron voluntariamente más de 120.
Los y las jóvenes inscritos al módulo de emprendimiento asistieron los sábados de fase uno y dos a una serie de talleres prácticos con duración de 40 horas, facilitados por la coordinadora de formación y evaluación, apoyada por una estudiante de comercio internacional del Tec Milenio, y organizaron tres proyectos experimentales de negocios o ventas, en los cuales aprendieron la realidad de los aspectos de un emprendimiento y obtuvieron utilidades.
Luego, los y las jóvenes emprendedoras diseñaron su propia empresa con el modelo canvas de negocio, y después de presentarlo a directivos de nuestra Fundación y de instituciones donantes, recibieron un capital semilla, equivalente a monto que ellos obtuvieron en los proyectos experimentales. Los nuevos negocios, liderados por los jóvenes son del giro de imprentas, cafeterías, servicio de banquetes, barberías, ciber-cafés y papelerías.
Graduarse del modelo “Desafío” no equivale a concluir el programa. Solo han transcurrido 8 meses, de un proceso de aproximadamente 20. Sigue la búsqueda de prácticas laborales: cada joven debe acumular al menos 80 horas de prácticas, o insertarse directamente a un trabajo.
Durante las prácticas obtienen seguridad, se familiarizan con el ambiente laboral, aplican las habilidades duras (adquiridas en fase dos) y blandas (en fase uno), negocian su crecimiento y buscan emplearse definitivamente.
Luego todos los jóvenes deben derivar en empleo, emprendimiento de un negocio, o en la continuación de estudios. Cualquiera de los tres escenarios es considerado exitoso para los estándares del modelo.
El coordinador de vinculación y seguimiento de la Fundación se dedica a enlazar a los y las jóvenes con fuentes laborales. Trabaja con las dos partes: sigue fortaleciendo las habilidades de empleabilidad de los participantes, los acompaña, y sensibiliza y abre puertas en empresas para que se den la oportunidad de conocer y contratar a los egresados. Más de 240 empresas han abierto las puertas a los egresados del modelo.
97% de los y las jóvenes que concluyen sus estudios, se derivan y el 60% de quienes ingresan al programa dejan de depender de sus padres.
En la graduación de hoy se vivió un ambiente de fiesta, en el presídium nos acompañaron directivos de instituciones educativas y donantes: el Ing. Raúl Varela Tena del Cenaltec, la Lic. Graciela Díaz Asomoza del Instituto Superior de Alta Cocina, la Lic. Luz Elena Mears del Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana (Ficosec), la Lic. Sarahí Rivera Gauzín Gerente del Programa de Redondeo Ayuda con tu Cambio del Grupo Smart, los Lic. Miguel Ángel Castellón y Miguel Ángel Alcocer de Fundación PepsiCo México, el Lic. Eduardo Antonio Uribe, Gerente General de Flex Juárez y nuestra Directora Ejecutiva Diana Chávarri Cazaurang.